Dibujaba ella sobre aquel vidrio del bus empañado; empañado
por el vaho de los agitados pensamientos que salían por su boca en forma de
vapor, como si ellos mismos necesitaran espacio para meditar en esa cabeza
llena de preguntas, sueños y ansiedad.
Miraba por la ventana hacia el andén y observaba los
distintos tipos de despedidas… Y ella, sola; solamente la acompañaba su
espíritu joven y su hambre de algo nuevo. Miraba el boleto en entre sus manos y
no lo podía creer, buscaba entre los bolsillos de la mochila el pasaporte y los
ojos se le llenaban de lágrimas.
Volvió a mirar hacia afuera y observó una familia que
despedía a un chico. Todos lloraban, lo besaban y se tomaban fotos mientras él
extendía una gran bandera extranjera.
Su vientre se le apretó, era del mismo lugar a donde ella iba.
Muy profundamente sintió una tristeza que se había dedicado a enmudecer con sus
proyectos; estaba sola, nadie estaba ahí para estrecharla entre sus brazos,
besar su frente y desear que le vaya bien.
Al rato después, el joven sube y se ubica unos asientos más atrás.
Comienza a moverse el bus.
Llegando al aeropuerto, descienden y ella comienza a caminar
rápidamente con una amplia sonrisa bordada en su rostro.
Caminaba y caminaba, nada la detenía, esquivaba a las
personas, saltaba obstáculos, corría por las escaleras. Una vez en la fila para el check-in, siente
que le tocan el hombro, voltea rápidamente y da un gran brinco.
-Oh, por favor discúlpame, no fue mi intención asustarte –
Le dicen.
-No, no… No te preocupes… - Dice ella entre balbuceos.
Quien le hablaba era aquel joven que subió al bus luego de
despedirse de su familia.
- ¿Eres atleta? Corres demasiado rápido, no te podía
alcanzar – se ríe - ¿A Estados Unidos? – Agrega él.
-No soy atleta… - Responde sorprendida. ¿Cómo sabes hacia
dónde voy? – Pregunta con curiosidad.
- No, no lo sé, por eso te pregunto. Pero me dio una idea al
respecto la bandera que tienes estampada en tu mochila – Añade con una amistosa
sonrisa.
- Oh sí, has acertado. Eres un buen detective. ¿Y tú? Vi
cuando te despedías de tu familia y extendías la misma bandera al tomarse
fotos.
- Vaya, veo que también eres detective. ¿A qué servicio
secreto perteneces? - Le dice él entre
risas que trataba de disimular.
- Querido James Bond, te informo inmediatamente que no
lograrás obtener mayor información acerca de mí, es absolutamente confidencial
y si descubres algo, me temo que tendré que eliminarte – Ambos estallaron en
tímidas carcajadas.
- Un placer, mi nombre es Bond, James Bond – Le dice
mientras le extiende su mano.
- El placer es mío estimado James Bond, mi nombre es Lara
Croft – Y le estrecha su mano con una aguda sonrisa.
- ¿Y hacia dónde se dirige un personaje tan importante como
usted? - Pregunta él.
- A una misión secreta, tan secreta como la conversación que
estamos teniendo – se ríe – Voy a Seattle, pero si revelas algo de esto, te
prometo que tendré que tomar cartas en el asunto.
- ¿Te parece, como ya estoy demasiado involucrado con la
información, y a veces fallo guardando detalles clasificados como estos, te
acompañe en tu misión y así te aseguras de que tu identidad esté resguardada?
Pues curiosamente, mi boleto tiene el mismo destino que el tuyo…
Ambos se miraron con una amplia sonrisa que abarcaba cada
parte de sus rostros, ella asiente distinguidamente con su cabeza mientras
pensaba que aún no se había subido al avión y la historia de su viaje estaba
tomando nuevos colores; ya no estaba sola para comenzar esta gran aventura.
Levanto su mirada al cielo, y agradeció mientras esperaba ahora acompañada en
la fila del aeropuerto.
Historias de viaje, encuentros casuales e inesperados. Siempre hay una linda historia en un viaje.
ResponderEliminarLindo escrito Carol.
Un abrazo!
Muy bien dices querido amigo, "Siempre hay una linda historia en un viaje". Gracias por tu comentario.
EliminarUn abrazo para ti también!