El repiquetear de la lluvia sobre su rostro, la fría brisa que se levantaba congelando sus mejillas y la punta de la nariz, el sonido del pavimento mojado con el rosar de las ruedas de los vehículos y sus brazos extendidos como una niña mientras giraba bajo un farol encendido en la esquina de la calle contigua a su edificio, la hacían volar desde el alma.
Podía saborear las gotas que entraban a su boca cuando
chocaban con sus dientes por la amplia sonrisa que expresaba.
El bailar de sus zapatos y el mover de su vestido en
círculo, le evocaban sus más atesorados recuerdos de niñez, cuando danzaba con
su tutú junto al piano mientras la abuela lo tocaba.
Su reacción se contraponía a la escena que la rodeaba; todos
en ese momento corrían de un lado a otro intentando resguardarse de la lluvia,
mientras ella la buscaba y bailaba a su compás.
Como efecto dominó se veía el abrir de paraguas; gorros
sobre las cabezas, cuellos de chaqueta en alto, hombros encogido y cabeza gacha
eran algunas de las cosas que se podían apreciar, mientras ella seguía girando
sobre sí misma como si nada más le importara... Solo girar y girar, con esa
alma de niña que con unas gotas de lluvia volvió a despertar.
(Fotografía: Patricio Salas)
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