Mientras su vestido flameaba como bandera,
su mirada contemplaba el horizonte entre suspiros.
La silueta de aquel hombre que pensó estaría con ella toda
la vida
ahora se desdibujaba frente a sus ojos entre la niebla;
el día estaba tan triste, como los pensamientos de ellos.
Una lágrima escapaba de sus ojos marcando de negro la
despedida sobre su mejilla.
Sus labios rojos se apretaban entre sollozos intentando
mantener la compostura.
Sentía que su corazón no resistiría;
la respiración entrecortada le impedía casi mantenerse de
pie…
¿Por qué? se preguntaba, mientras lo veía partir… ¿Por qué?
Él volteó su cabeza por última vez, pero la distancia y la
bruma no permitían apreciar sus rostros.
Ella saca un pañuelo blanco de su bolsillo y lo agita
lentamente esperando que él vea y sepa que sigue ahí pendiente, anhelante de
que algo suceda y los haga despertar de un mal sueño.
Pero no fue así, el tren dio su anuncio de partida y él, sin
querer irse, mantiene un pie en el suelo y otro en los peldaños del vagón.
Se acercan a él con una amonestación por su demora y entre
crujir de dientes sube,
guardando para siempre en su corazón y recuerdos la imagen
de su amada.
Ella en el andén, intenta mantenerse de pie mientras siente
que le arrebatan lo que más ama, y algo de ella parece morir. Él por otro lado,
avanzando entre vapor y ensordecedores ruidos de metal parecía que lo llevaban
al cementerio de todos sus sueños y anhelos.
Comienza a caminar la bella, pero amarga imagen de esta
mujer, entre la muchedumbre que deambulaba adolorida de amor.
Mujeres despidiendo a sus esposos, hijos a sus padres,
familias sin nada que asegurar desde ese momento.
Lilly, cabeza gacha y arrastrando sus pies entre los
adoquines llega a casa sin saber muy bien cómo. Su madre la esperaba con los
brazos abiertos para consolarla.
-Dios sabe por qué hace las cosas- Le dice, mientras ambas
lloraban.
-¿Por qué mamá? ¿Por qué?- gemía entre los brazos de su
madre, en tanto se desvanecía en medio de lágrimas.
-Ya verás amor, todo estará bien.
Pasaba el tiempo y Lilly buscaba en qué ocuparse para dejar
de pensar en él, pero como muy bien le dijo una vez Peter, “puedo mantenerme
ocupado en mis acciones, pero mi corazón y pensamientos siguen en ti”. Esa
frase la recorría una y otra vez, cada día se hacía presente y ella renunciaba
a este amor imposible. Al parecer la vida no quería que estuviesen juntos, por
lo que sacudía su cabeza una y otra vez para espantar la imagen de su amado...